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19-07-2012 |
Las alianzas y el golpe de Paraguay
El 22 de junio mientras Wen Jiabao visita Uruguay, en Paraguay derrocan a Lugo. Estos hechos, sin directa vinculación, ayudan a explicar la problemática continental. Antes que otros, el Sr. Jaime Trobo -presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara de Diputados- evaluó como una “falta de respeto a la soberanía” algunas manifestaciones de cancilleres de la región que calificaron de “golpe de Estado” la destitución de Lugo.” Recordó que “Paraguay siempre fue de alguna manera intervenido en su historia por los países vecinos, incluso por Uruguay. UNASUR no tiene nada que hacer en Paraguay”. (La República, 23/6). Ésta y otras declaraciones similares de representantes políticos del bloque del gran capital, asemejan la Guerra de la Triple Alianza o Triple Infamia (1865-1870) entre Argentina, Brasil y Uruguay contra el Paraguay de Francisco Solano López a las recientes actuaciones de la UNASUR y reclaman la no intervención.
Cuando el colonialismo británico en alianza con las clases dominantes locales, desplaza al español y al portugués de América del Sur, se imponen gobiernos que le responden: en Argentina Bartolomé Mitre, en Brasil Pedro II, en Uruguay Venancio Flores. Sin embargo, Paraguay (en cuyo proceso hay similitudes con las corrientes federales de cuño artiguista), se abroquela contra la penetración británica, y se convierte en el país de mayor alfabetización y desarrollo industrial de la región, ejemplo de soberanía. Allí, Gran Bretaña mueve a sus títeres para -sin intervenir directamente- derrotarlo, penetrarlo, saquearlo y convertirlo en uno de los países más pobres y atrasados de la región.
En los últimos años Sudamérica ha concretado transformaciones sociales y políticas importantes. El 2 de marzo de 2005 en Montevideo-al día de asumir el primer gobierno del Frente Amplio- el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, evoca la política de los comunistas chinos conducente al Frente Unido Anti Japonés (FUAJ), como fundamento de un Frente Anti- Imperialista de Nuestra América, plasmado luego con la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) y el CELAC (Comunidad de Estados Latino Americanos y Caribeños).
En el siglo XIX el capitalismo es impuesto en China por diversas potencias que se alían con la aristocracia local, sometiendo a tutela al poder imperial. La modernización se realiza en la zona costera, con industrialización basada en la explotación obrera .Se abona el terreno para el nacimiento del Partido Comunista (PC), que se une al Kuomintang, (movimiento nacionalista revolucionario creado por Sun Yat-sen), gestor de la Primera República (1911) y primera revolución agraria y democrática burguesa de su historia. Con el giro reaccionario de su sucesor, Chiang Kai-shek -expresión de la burguesía colaboracionista- se desata una furiosa represión antiobrera por los años 20, que desplaza el escenario de lucha principal de los comunistas al campo. El joven maestro Mao Tse Tung se erige en líder del PC y del campesinado, conduciéndolos en la Guerra Civil contra el Kuomintang, y a la vez en la guerra contra Japón, ocupante de provincias del noreste (1931). Pero los japoneses avanzan hacia el sur, hacia Beijing y Shanghai (1937). Es cuando el PC propone a su enemigo interno chino, un Frente Unido Anti Japonés, que con marchas y contramarchas se mantiene hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial y la derrota de Japón (1945); entonces se reanuda la Guerra Civil hasta vencer los comunistas a los reaccionarios chinos apoyados por Occidente y proclamar la República Popular (1949).
Nuestro proceso integracionista -en diversos grados de concreción y profundidad (UNASUR, CELAC, MERCOSUR, ALBA)- es resistido por el imperialismo y aceptado a regañadientes por las expresiones del poder político-militar del bloque del gran capital que aspira a la alianza con EE. UU., vía Tratados de Libre Comercio y pactos militares. La campaña librada contra el MERCOSUR es inseparable del golpe en Paraguay, por lo que éste se convierte en un golpe contra el proceso de integración. Los reaccionarios –que afinan sus procedimientos -ignoran principios democráticos básicos como el derecho al debido proceso, y por añadidura rechazan la “injerencia” del MERCOSUR y de UNASUR, que han acordado cláusulas democráticas condicionantes de la pertenencia a los mismos. Detrás del acto están el Nuncio Apostólico, EE. UU. y la UE, los tres primeros contactos de Franco. EE. UU. intenta reimplantar su poder hegemónico en su “patio trasero” americano con golpes fallidos (Venezuela, Ecuador), triunfantes (Honduras, Paraguay), instalación de bases militares, reanudación de la actividad de la IV Flota, Tratado del Pacífico. Vale tomar nota.
La tesis sostenida por el Ministro de Defensa Nacional, de que para entrenar a las Fuerzas Armadas, tanto sirven el grupo Seal, los oficiales venezolanos sin caer “en las garras del chavismo” o las relaciones con China sin caer “en las garras del comunismo chino” (La República, 22/6) padece de extraña neutralidad. En las relaciones político-militares hay que distinguir al aliado (permanente o circunstancial), al enemigo y al neutral.
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